La mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato, una de las mejores cantantes del mundo, ofrece este lunes en el Arriaga uno de los más destacados ciclos de canciones, la desgarradora y trágica obra de SchubertWinterreise (Viaje de invierno), que tiene visos de convertirse en una de las grandes citas líricas del año. “Ofrece un profundo viaje al corazón de un ser humano en su momento más vulnerable, y es una obra de tremenda valentía y vulnerabilidad”, asegura a DEIA. La diva, que se acompañará del pianista Craig Terry y se muestra a favor de la educación de la música en el sistema educativo, cree que las artes “pueden elevarnos y ayudarnos a encontrar consuelo y comprensión”.

Sigue viviendo en Barcelona. ¿Es como su puerta a Europa?

—Realmente me considero una ciudadana del mundo y cada vez me importan menos las demarcaciones y las fronteras, para ser sincera.

Llega a Bilbao de la mano de Schubert, con ‘Winterreise’. ¿Qué le atrajo de la obra, que sacó de la poesía de Wilhelm Müller?

—Al principio, la obra me atraía muy poco, aparte de reconocerla como una obra maestra. Pero me resultó muy difícil entrar en ella como intérprete. Sin embargo, lo conseguí en el momento en que cambié mi punto de vista al ángulo de la chica abandonada. Es un profundo viaje al corazón de un ser humano en su momento más vulnerable, y es una obra de tremenda valentía y vulnerabilidad. Con cada nueva canción, te lleva más y más adentro de la esencia de la vida humana.

Parece proyectar una acertada mezcla de lirismo y dramatismo. No en vano, es desgarradora, trata sobre un amor no correspondido y nos transmite alienación.

—Transmite profundamente la noche oscura del alma, que creo que la mayoría de nosotros encontramos en nuestras vidas. Aunque gran parte de la obra es sombría, también me reconforta saber que esta desesperación y alienación es una sensación universal, que todos compartimos en algún momento de la vida.

En una obra como ‘Winterreise’ se cumple la máxima del cantante como actor.

—No puede haber ni una sola sílaba sin examinar.

La crítica destaca la visión femenina que ofrece de la obra. ¿Cómo contempló su interpretación?

—En el momento en que encontré mi camino en el ciclo desde el punto de vista de la protagonista, me sentí en casa. Conozco a esta mujer, su historia, su punto de vista. Me parece increíblemente válido examinar el viaje de la superviviente porque todos seremos ella, además de ser él en algún momento.

¿Llega a ver ese paisaje invernal desolado cuando canta esta obra?

—En enero de este año, mientras conducía por España durante la histórica tormenta de nieve, no dejaba de comentar que estaba viviendo Winterreise en este país.

Grabó la obra en disco recientemente con Yannick Nézet-Séguin, pero en Bilbao se acompañará del pianista Craig Terry.

—Una de las grandes alegrías de este ciclo es que, dado que el pianista es un socio igualitario, el uso de una pareja diferente aporta nuevos colores y provocaciones, lo que, por supuesto, impulsa mi interpretación. Me gustan mucho esas pequeñas diferencias de puntos de vista.

¿Ofrecerá un monográfico de ‘Winterreise’, o escucharemos composiciones de Haendel o Mozart, dos de sus compositores predilectos.

—El programa será solo Winterreise. Por mi experiencia, no queda más que decir al final de la noche.

¿Qué me dice de ‘Songplay’? Es un disco de jazz, ¿qué le ofrece respecto al repertorio clásico y barroco?

—Soy de Kansas City, donde el jazz es una parte integral de nuestra cultura. Es como una segunda piel.

Es usted una mujer convencida del poder transformador de la música, de las artes. ¿Nos elevan?

—Pueden hacerlo, absolutamente. A menudo nos conectan con algo más grande que nosotros mismos, lo que me parece increíblemente valioso. Pero también pueden ayudarnos a encontrar consuelo, comprensión y empatía con el otro.

Hay múltiples ejemplos en la música popular que ligan la música a una capacidad sanadora. ¿Cree que en últimamente con el Covid se ha evidenciado más que nunca?

—Estoy convencida de que la ausencia de música en un espacio compartido ha influido mucho en los niveles de ansiedad y depresión, y en una mayor sensación de aislamiento. Al volver a las salas y a los teatros, estoy encontrando al público increíblemente receptivo y agradecido, como si saciara una sed de larga duración.

¿Deberíamos aprender algo del papel que ha tenido la música en este último año y medio? ¿Deberíamos darle más importancia como alimento vital?

—Sin ninguna duda.

Se decía que saldríamos mejores de la pandemia.

—El tiempo lo dirá. Lo que tengo es la sensación de que esta era nuestra última oportunidad real de resolver cuestiones de enorme importancia.

¿Le gusta el calificativo de diva? Lo digo porque tiene una actividad más allá de la aureola solemne que suele acompañar a las estrellas de la ópera, más terrenal

—!Muchas gracias! Creo que el poder de una diva, cuyo nombre proviene de divinidad, es algo que intento llevar al escenario. Necesitas acceder a un poder increíble para llegar a una sala llena de gente que busca conexión, belleza y alegría. En ese sentido, acepto el calificativo de diva. Pero fuera del escenario, no tengo energía ni paciencia para ello; sería un trabajo a tiempo completo, ¡y prefiero volver a mi vida!

La labor educativa resulta vital en las artes. Usted trabaja con la Juilliard School y el Carnegie Hall.

—No solo es vital en las artes, es vital para todo nuestro mundo. Los niños necesitan la oportunidad de expresarse, no solo para obtener buenos resultados en los exámenes y destacar en los videojuegos. Necesitan tener acceso a usar sus voces, a crear, a alimentar la imaginación y el juego. Las artes son esenciales y deben empezar desde el principio.

Suele cantar fuera de los teatros, yendo a campos de refugiados y prisiones de máxima seguridad.

—Quedan fascinados y, a menudo, completamente sorprendidos por la experiencia de este tipo de música y de una voz sin amplificar. Como intérprete, es una gran alegría ver a la gente descubrir esta música y estos sentimientos por vez primera.

Su gira de ‘In War and Peace’ congregó a millones de espectadores, ha recibido Grammy, Premios Gramophone… Todo desaparecerá al subir al escenario, imagino.

—Se trata de encontrar la verdad en el momento. Tienes razón, en el momento en que subo al escenario no hay premios, ni actuaciones anteriores, simplemente está la nota y la palabra que canto. Por eso debemos darlo todo. La mayoría del público no comprende que es un participante igualitario en un concierto. Podemos sentir cómo escuchan y cómo lo reciben, y ello puede impulsarnos a profundizar más en el material. O, si hay distracción y poca concentración, la actuación puede perderse.

DEIA